Jane Goodall, premio Templeton 2021: Amor a la naturaleza, amor a Dios.

El reciente premio a la primatóloga Jane Goodall pone de relieve las inmensas consecuencias de amar debidamente a los animales y a la naturaleza en su conjunto. Así lo expresan los organizadores del prestigioso galardón Templeton concedido este año a nuestra científica. 

 

Como en ocasiones anteriores, y desde su fundación, estos premios se fijan en las labores de científicos que han sabido armonizar su fe en la tradición religiosa, en este caso cristiana, con sus investigaciones en alguno de los muchos campos de la ciencia. Cuando el objeto de estudio son los primates, tan cercanos a nosotros desde el punto de vista evolutivo, las cuestiones de ciencia y fe aparecen en toda su gravedad.

Estamos celebrando el sexto aniversario de la encíclica Laudato si’, con la que el Papa Francisco recordó al mundo entero la necesidad de amar y defender la naturaleza en todos sus aspectos y dimensiones, especialmente en cuanto a lo que se refiere a las criaturas más vulnerables. Se trata de un compromiso permanente de los cristianos, que quieren seguir el ejemplo del Maestro, siempre unido a su Padre Dios en la contemplación de las obras creadas.

En verdad, como pone de manifiesto el premio Templeton de este año, los seres animados son una prueba de la generosidad del Creador: la grandeza y belleza de estos seres creados, distintos a nosotros pero con capacidades que nos asombran, manifiestan los dones variados de la creación, a la vez que nos colocan en la situación única de sus custodios, para dar gloria a su obra divina.

Amar lo creado, en definitiva, es un buen camino para acercarse al amor de Dios, de ese amor del que vive realmente el ser humano, en su singular puesto en el cosmos

Pedro Urbano L. de Meneses

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